miércoles, 29 de diciembre de 2010

La odisea (con Nochebuena in Paris included)

Esta entrada viene a complementar a la anterior. Es la continuación del viaje más largo de la historia de Pelando Rábanos. Una aventura llena de acción trepidante. Una epopeya donde en cada tramo nos esperaba una sorpresa. Aquí comienza la segunda parte de este épico relato.


Si recordáis, nuestro primer intento de viajar a Colombia el día 21 de Diciembre vía Frankfurt resultó fallido, pero tras un día entero en el aeropuerto de Helsinki y mucho pelear, Lufthansa nos buscó una segunda opción: viajar el 24 hasta Paris-CDG, pernoctar allí, y el 25 volar hasta Bogotá, y ese mismo día tomar el vuelo a Popayán. Perderíamos varios días de vacaciones, pero tal y como estaba el panorama era elegir entre eso, o viajar el 28 de nuevo por Frankfurt, o directamente no viajar y quedarnos en Finlandia. Así que aceptamos esa opción, y comenzamos las negociaciones para cuadrar el viaje según las nuevas fechas:

-cambiar el vuelo Bogotá-Popayán del 23 al 26,

-cancelar unas mini-vacaciones internas que habíamos programado del 26 al 29 en Medellín,

-avisar a los primos con los que íbamos a quedar en Bogotá de que no llegábamos el 22.

Infierno burocrático que se tragó la Negrimamma, e inconvenientes para la gente de Bogotá que había cambiado turnos en el trabajo para y todo para poder vernos, para al final nada de nada.

Como ya no volábamos hasta el 24, pasamos el 22 básicamente durmiendo para reponernos del desgaste físico y mental del 21, y el 23 también durmiendo para acumular descanso por lo que pudiera pasar los días posteriores. Sabia decisión.

El 24 llegó a recogernos a la casa el taxi (cortesía de Lufthansa) a las 4h30 am, y llegamos sin problemas al aeropuerto de Helsinki sobre las 6h, aunque sin ver ningún zorro esta vez. Se agradeció el no tener que pasearse por Turku con las maletas hasta la parada del bus, porque estaban haciendo -24 grados. En el aeropuerto comprobamos que el vuelo a Paris salía sin retraso. Parece que la cosa iba bien esta vez. Fuimos a facturar el equipaje, y nos encontramos a dos señoras que estuvieron las 10 horas detrás nuestra en la cola del día 21. Nos saludamos con la alegría que da el ver a compañeros de fatigas, y nos contaron que ellas iban hasta Arabia, pasando esta vez por Estambul. “Suerte y felices fiestas”, y cada uno para su puerta de embarque. Todo bien, nos dieron los boarding pass sin problemas, el control de seguridad rápido, y aprovechamos el tiempo previo al embarque para ver tiendas y desayunar, que es de lo poco que se puede hacer en un aeropuerto a esas horas. El vuelo salió a su hora. Todo como la seda hasta entonces. No tiene nada que ver, pero una de las razones para recomendar viajar con Finnair son las azafatas. Están muy eficientes.

Y llegamos a Paris. Todo bien hasta el momento. Fuimos al mostrador de Lufthansa, donde nos habían dicho que nos buscarían un hotel para pasar la noche hasta el vuelo del día siguiente. El trato fue amable pero nos dijeron que en casos de cancelaciones masivas no daban abasto y que había que buscarse la vida, y luego reclamar a la compañía presentando las facturas. Pasamos por el mostrador de información de la terminal, y allí mismo llamaron a uno de los hoteles próximos al aeropuerto para preguntar si tenían plazas libres. Respuesta afirmativa, así que pasamos directamente a hacer el check-in. Hasta el momento todo iba sorprendentemente bien, incluso para ser Paris, con lo chungos que son los parisinos en el trato al cliente. Sería que era 24 de Diciembre y el buenrollismo imperaba en el mundo? Puede ser. Así que decidimos que para aprovechar la inercia positiva, lo mejor era irse directamente a dar un paseo por la que fue nuestra ciudad, donde nos conocimos, donde vivimos, donde surgió el amor…

En Paris hacían en ese momento 25 grados más que en Finlandia, lo que parece mucho, pero teniendo en cuenta que dejamos Turku a -24 C, la realidad es que hacía fresquete. Dimos una vuelta por la rue Sta Anne para comer japonés y confirmar definitivamente que el okonomiyaki no nos gusta. Luego fuimos al carrusel del Louvre a hacer unas compritas y como buenos turistas visitar la pirámide invertida que sale en el Código da Vinci. Cultura ante todo.



De ahí fuimos a uno de nuestros puntos favoritos de Paris: el Pont des Arts. Como la ciudad de la luz siempre tiene algo nuevo que ofrecer, por primera vez vimos al puente nevado completamente. Una maravilla para los sentidos. Por unos instantes nos sentimos como caminando por las heladas calles de nuestra añorada Finlandia, pero al alzar la vista y ver en el fondo la torre Eiffel a un lado, y la catedral de Notre Dame al otro, el sueño se esfumó y volvimos a la cruda realidad.



Tras cruzar el puente, descubrimos otra cosa nueva para ambos: el río Sena crecido como nunca. Se adjunta imagen.


Nos dirigimos hasta Ladurée a comprar macarons. Esta fue también otra primera experiencia para ambos. Para los no iniciados, comentamos que los macarons son una especie de pastelicos con forma de hamburguesa, muy coloridos y caros, pero que están ricos. Aparte de los tradicionales turistas chinorris esa noche había bastante gente haciendo cola para comprar macarons y llevarlos a la cena. El perfil del cliente no-turista era de clase media-alta, de modales refinados, lo que en España se vienen a llamar “pijos”. Todos compraban en paquetes de regalo o cajas super-fashion para llevar, y nosotros nos compramos unos cuantos sueltos en una bolsa de papel, para comérnoslos por la calle. Cero en refinamiento, pero viva la libertad!



De ahí fuimos comiéndonos los macarons caminando hasta el barrio latino, donde paramos en la librería Shakespeare para comprarnos 4 libros de los Muumin, en inglés.



Estaba todo abierto, a pesar de ser nochebuena. Nos sorprendió la cantidad de turistas que había de todos sitios. Pasamos por Notre Dame, y hablamos brevemente con unas peruanas, que nos hicieron una foto.



Seguimos nuestro paseo navideño hasta el ayuntamiento, donde nos paramos un rato a ver a los patinadores sobre hielo. Echamos de menos nuestros patines, y nos preguntamos que qué hacía toda esa gente patinando en vez de estar en casa cenando con la familia. Muy extraño todo, para una colombiana y un español, donde es impensable estar por ahí el 24 y no en la casita. Lo mismo pensamos cuando fuimos a Le Marais y vimos una cola de gente esperando para entrar a un teatro. Suponemos que eran judíos, y por tanto exentos de celebrar la Nochebuena. Porque ese es el barrio judío, por eso lo elegimos como destino final, porque supusimos que todo estaría abierto esa noche. Pero no, había solo algunos restaurantes disponibles. Elegimos uno al azar, y allí cenamos tranquilamente. Al lado se sentó una pareja extranjera, y al escucharlos hablar nos dimos cuenta de que eran suomalainen! El mundo es un pañuelo. Hablamos brevemente con ellos, y continuamos cenando en el abarrotado restaurante. Es curioso, creíamos que un 24-D íbamos a estar solos, pero había muchísima gente en las calles y en los restaurantes. Esto nos hizo recordad que el universo no es cristiano, y menos en las grandes capitales.

Y de ahí en tren hasta el hotel, a descansar para lo que nos depararía el día siguiente.

El 25 nos levantamos temprano, y sin desayunar (para horrar tiempo) fuimos hasta el terminal correspondiente del CDG. Llegamos al mostrador casi 3 horas antes del vuelo, y al mostrar nuestros pasaportes, la sorpresa. Aquí una recreación de la conversación entre nosotros y la “amable” empleada de Air France:

-Lo siento pero no están en la lista de pasajeros.

-Comorl?

-Pues eso, tenían reserva, pero como no fue confirmada, pues se ha anulado.

-Como es eso? Y estos papeles que tenemos que confirman nuestra reserva? (mostrando lo que nos dieron en Helsinki)

-Ah, ese papel no tiene sello, luego no sirve de nada.

-Tampoco tenía sello el de venida a Paris y aquí estamos.

-Eso es imposible, sin sello no vale, no sé como habréis llegado hasta aquí desde Helsinki.

-Pues nadando seguro que no vinimos, simpática señorita.

-Lo siento pero eso a mí no me incumbe, no salen en la lista y el vuelo esta completo, así que vayan a hablar con Lufthansa.

Tras responderle algo parecido a lo que le dijo Anelka a su seleccionador durante el último mundial, emprendimos el viaje a través de todo el CDG, porque el mostrador de Lufthansa estaba lo más lejos posible. Para optimizar el tiempo e intentar hacer la gestión por si nos colaban en ese vuelo, la Negris fue a la terminal 1 mientras yo me quedaba con todos los equipajes esperando. La Negris apareció 3 horas más tarde. Tras casi media hora de ida, casi una hora esperando cola, y otra hora de búsqueda de nuevas rutas, peleas, llantinas y negociaciones, al final volaríamos esa noche hasta Sao Paulo, y a la mañana siguiente de Sao Paulo a Bogotá. Bien porque podríamos aprovechar el mismo vuelo de Avianca a Popayán. Pero mal por la mierda de trato de Air France (aerolínea non grata para Pelando Rábanos desde ahora), y por tener que pasar otra vez todo un día entero tirados en el aeropuerto.

Ante las vicisitudes, resignación y positive thinking. Como no habíamos comido, tras informar a las familias de un nuevo cambio de planes, fuimos a un Hippopotamus a comernos tranquilamente unas hamburguesacas. Todo bien, pero asistimos a una tangana verbal entre un cliente y la camarera. Definitivamente los parisinos viven estresados y no tienen empatía. Después estuvimos matando el rato como pudimos: viendo capítulos de Museo Coconut en el ordenador, escuchando música, viendo tiendas one more time…

El vuelo hasta Sao Paulo fue estupendo. TAM es a partir de ahora compañía aérea favorita: dan bebidas y caramelitos al llegar, la comida es buena, tienes la pantallita para ver pelis, te dan un neceser para asearte durante el viaje (con calcetines para dormir!), en el hilo musical ponen bossa-nova, las azafatas van en tanga… bueno, eso ultimo no, pero el día en que lo hagan superarán a Finnair como “the Pelando Rábanos choice”.

A Sao Paulo llegamos al amanecer. Se adjunta foto del espectacular horizonte matutino paulista. Por fin lográbamos cruzar el Atlántico, 4 días después. Al menos si nos dejaban tirados otra vez, estaríamos en Brasil!



De momento teníamos que esperar algo más de 3 horas hasta embarcar, o sea que nos la pasamos como de costumbre: viendo más capítulos de Museo Coconut, escuchando más música, viendo tiendas one more time again… Hasta que llegó la hora de embarcar. Para evitar sustos como el de Paris ya habíamos preguntado a un operario de Avianca si estábamos confirmados en el vuelo, y le enseñamos el papel con la reserva que nos dio Lufthansa, esta vez con bellos y enormes sellos claramente visibles, y todo correcto. Nos tenían que imprimir la tarjeta de embarque y punto. Pero como eso era demasiado fácil, nos dejaros los últimos, se llevaron nuestros pasaportes a nosedonde y nos tuvieron en ascuas hasta casi la hora de salir, cuando por fin nos entregaron las tarjetas de embarque en el último minuto. Obviamente entramos al avión los últimos, y con caras de pocos amigos. Y para colmo nos tocó en asientos separados, incluso en pasillos diferentes. Pero después de lo pasado, era un mal menor. Nos relajamos y disfrutamos de las casi 6 horas de vuelo hasta Bogotá. Por cierto, es impresionante sobrevolar el Amazonas.

Y llegamos a Colombia, sin retraso, todo perfecto para tomar el último vuelo de la Odisea. Llegamos y todo bien, pasamos rápido inmigración, y cuando fuimos a por los equipajes…. Os lo imaginais, verdad? Pues obviamente no estaban, se habían extraviado por el camino. Pero con lo que llevábamos encima, ni siquiera nos enfadamos. Rellenamos el papel para que nos lo enviaran a Popayán y nos fuimos alegremente. Esta vez para matar las 3 horas que nos quedaban hasta el otro vuelo nos fuimos a comer unas empanaditas bien ricas. Y volvimos al terminal para embarcar, junto a un simpático indio guambiano que resultó ser un ex gobernador del Cauca o algo así.


Y llegamos por fin a Popayan el 26, donde nos esperaba parte de la Negrifamily. La negrimaleta llegó un día más tarde, y la Nandimaleta dos, pero tras todo lo vivido fue un mal menor. Así que por fin disfrutamos de unas merecidas vacaciones junto a nuestra familia colombiana.

FELIZ AÑO A TODOS!

Y QUE VIVA COLOMBIA, CARAJO!

jueves, 23 de diciembre de 2010

Relatos Rabaneiros: El viaje que nunca fue

En Pelando Rábanos acabamos de vivir (o sufrir) una aventura digna de ser contada públicamente, una epopeya merecedora de ser guardada en la memoria colectiva y de perdurar en el tiempo siendo transmitida de generación en generación como parte de la tradición oral del pueblo iberélfico. Porque nunca un viaje fue tan duro y breve a partes iguales. A continuación pasamos a narraros en primera persona los hechos acaecidos. Pongan las cervezas en el balcón para que se refresquen y las palomitas en el microondas (no más de 4 minutos, que salen quemadas!).

Todo comenzó un 21 de Diciembre. Esta fecha es por todos conocida por ser el día más corto del año. Lo que no sabíamos en ese momento era que para nosotros este solsticio de invierno de 2010 sería por siempre recordado como posiblemente el día más largo de nuestra noble existencia. Paradojas de la vida. Caprichos del destino.

Dice un viejo proverbio chino que hasta el viaje más largo comienza con un paso. También es bien sabido que toda aventura épica debe comenzar en las horas previas a la salida del Sol. Así que una vez listas las maletas, ese primer paso de nuestro viaje sería el tomar el bus que nos llevase desde Turku hasta el aeropuerto de Helsinki. Cabe destacar que el horario elegido para empezar nuestra particular epopeya fue el de las 3h00 am (una hora mu poco flamenca). Inicialmente dudamos entre echarnos a dormir un par de horas antes de salir, o aguantar despiertos hasta la partida. Al final nos decantamos por la opción B, menos recomendable desde el punto de vista fisiológico, pero que pensamos que nos permitiría acumular un cansancio extra que agradeceríamos a la hora de dormir en los 3 transportes previstos: bus Turku-Helsinki, vuelo europeo Helsinki-Frankfurt, y vuelo transoceánico Frankfurt-Bogotá. Así, estuvimos matando el tiempo entre la cena y la salida del viaje ultimando la maleta y viendo una película en la tele: “El mundo perdido”. Sí, es esa película de casi 3 horas en la que los protagonistas se embarcan en un viaje hacia un remoto lugar donde encuentran con otras civilizaciones, con eslabones perdidos medio monos – medio humanos (esos aun existen, creo que los llaman canis) y hasta con dinosaurios. Quería decirnos algo el karma con la emisión de esta película en las horas previas a nuestro viaje? Seguramente. Pero no adelantemos acontecimientos.

Cuando el reloj marcaba las 2h50 am agarramos nuestros equipajes y partimos hacia lo desconocido. Bueno, en realidad fuimos hasta la conocida parada del bus del aeropuerto. Hacían unos agradables -7 C, la ausencia de viento mientras surcábamos la bella noche turkulainen hacía qua la ligera nieve cayese grácilmente sobre nosotros a lo largo de nuestro breve camino a pie hacia nuestro próximo destino. Avanzamos inexorables, siempre adelante, con alegría y confianza, ignorantes de la sorpresa que el cruel destino nos tenía preparada para esa mágica fecha. Una vez en la parada, el horizonte se abrió y de entre las tinieblas apareció una silueta fantasmagórica. Un solitario bus rompía la monotonía de la noche en su lento pero imparable avance hacia nuestra posición. A unos metros de nuestras sombras el gigante de metal se detuvo. Un misterioso rótulo luminoso, apenas visible por la penumbra y el hielo acumulado durante los cientos de kilómetros recorridos, indicaría el siguiente destino de nuestra epopeya: “Helsinki Lentoasema” (N. del T. En idioma élfico esta antigua inscripción parece significar algo parecido a “aeropuerto de Helsinki”). Tras un cruce de frías miradas y unos breves instantes de silenciosa tensión, el guardián de la puerta lateral accedió a dejarnos pasar a cambio de unas monedas de oro, y penetramos en las entrañas de la bestia…




Como escribir historias épicas en plan Tolkien se hace pesado tanto para el escritor como para el lector, probemos continuando el relato en el clásico estilo rabaneiro, aunque dando algo de color con unas pinceladas de saramaguismo. Es nuestro humilde homenaje a este grande de la literatura universal.

El viaje en autobús fue tranquilo y agradable. No habría más de 15 personas, y fuimos a sentarnos al lado de una joven que iba acompañada de un niño de un año y pico. Eso hizo saltar todas las alarmas: niño + viaje = infierno. Pero una de las cosas buenas de salir a horas intempestivas es que las criaturitas duermen angelicalmente, y no oímos nada durante todo el trayecto.

Llegamos al aeropuerto a eso de las 5h30, y fuimos directos a las pantallas a comprobar el estado de nuestro vuelo: “Delayed 1h05”. No estaba mal, contando con que media Europa estaba teniendo serios problemas de tráfico aéreo. Decidimos ir a los mostradores de Lufthansa a facturar las maletas para así tener luego tiempo de desayunar con tranquilidad, de hacer compras, dormir… en las casi 4 horas que nos quedaban hasta la salida del vuelo. Estando en la cola descubrimos que antes teníamos que sacar las tarjetas de embarque en unas máquinas. Por suerte había poca gente y me dio tiempo a ir mientras la Negris seguía en la cola con las maletas de ambos. Tras facturar pasamos el control de seguridad sin incidencias (nada de “control aleatorio” esta vez), visitamos varias tiendas, y desayunamos unos ricos munkkis con cafés en tazas de Marimekko, y cuando nos queríamos dar cuenta ya había llegado la hora de embarcar. La Nandimamma me requirió un SMS para indicarle si todo andaba bien. Tras enviarle el tranquilizador mensaje de que estábamos a punto de embarcar, no pasaron ni 2 minutos cuando dijeron por la megafonía “señores pasajeros bla bla bla el vuelo de Frankfurt ha sido cancelado”. Ley de Murphy en estado puro. Y es aquí donde comienza realmente nuestra aventura, y las pinceladas saramaguistas.

Los minutos posteriores al aviso fueron de caos total, la gente, incrédula una parte, ofuscada otra, desorientada la mayoría, buscó refugio en el mostrador de la compañía aérea, Pero qué debemos hacer, preguntaban unos, Y ahora que pasa, Debo llegar a tiempo a casa para pasar la Navidad en familia, se quejaban otros, Deben bajar la escalera y saliendo a la izquierda pueden recuperar sus equipajes, Y luego qué?, En el mostrador de la compañía les informarán sobre lo que hacer. En situaciones desesperadas es cuando el ser humano se hace más humano, es cuando se ven las dos caras de la naturaleza del hombre, una social tendente a confiar y apoyarse en los demás, y otra despiadada e individualista que vela por sus propios intereses, y sucede que tiende a imperar una u otra según la naturaleza de la catástrofe acaecida y del grado de desesperación de los implicados. En esos primeros momentos tras la cancelación del vuelo imperaba la colaboración con el prójimo, por lo que entre todos fueron indicándose el camino hasta la cinta donde recuperar las maletas, unas veces usando el inglés, a veces en español, y a veces en el universal lenguaje de los gestos. Tras recuperar los equipajes continuó la ayuda mutua hasta encontrar los mostradores de la compañía aérea, donde ya estaba comenzando a perfilarse una larga cola. Eran las 9h30 de la mañana, y ahora no había otra cosa que hacer que esperar que llegara el turno de ser atendidos y ver si solucionaban particularmente cada viaje. Fueron pasando las horas. La velocidad a la que avanzaba la cola era desesperante, por lo que los viajeros comenzaban a hablar entre ellos contándose sus vidas, al no existir muchas actividades posibles aparte de esperar, siempre reconforta saber que no se está solo, parece que si un problema es compartido por otros se siente que es menos problema, Desde que llegué hace 3 horas solo he avanzado lo equivalente a este cartel, decía una colombiana, Pues yo apuesto a que son unas 2 horas lo que nos queda hasta la ventanilla, respondió una judía residente en la capital y que iba a tierra santa a pasar las fiestas, Yo quiero ser optimista y digo que solo hora y media, dijo un sevillano, marido de la colombiana, y en esas fueron hablando y compartiendo datos acerca de su pasado y de su presente, excepto la judía, que por alguna extraña razón nunca dio información acerca de sus actividades. Pasaron más horas sin que sucediese nada destacable. Una azafata de la compañía aérea había comenzado a repartir tickets de comida a los clientes, algo que los viajeros agradecieron, teniendo en cuenta que ya era casi mediodía y algunos habían llegado al aeropuerto hacían más de seis horas. La confianza generada entre los vecinos de fila a lo largo de las horas de espera era ahora manifiesta, Perdone le importa avanzarme las maletas mientras voy a comer, Sin problema, Eso si avanzamos algo, Cierto, Seguramente cuando venga de almorzar el equipaje siga en el mismo lugar, No se preocupe, coma tranquila que no hay prisa, parece que esto va para largo. Un grupo de viajeros aprovechaba para hacer preguntas y quejarse la azafata que repartía los tickets de comida, Esto es indignante, que un aeropuerto así no esté preparado para la nieve, Caballero el problema no es nuestro, es del aeropuerto de destino que ha cerrado, Pero es que es incomprensible que cierren por un poco de nieve, Señor, vea las noticias, esto ha sido algo inusual, no es un invierno cualquiera, Verdad, yo he oído que en otros sitios se les ha acabado el anticongelante, Es una vergüenza que nos traten así, Señora es todo lo que podemos hacer, estamos tratando de reubicar a todo el mundo, pero lleva tiempo, les ruego un poco de paciencia.




Fueron pasando más horas y echando cuentas algunos llevaban ya 12 horas en el aeropuerto y 8 en la cola, y aun les faltaba por recorrer. Resultaba curioso que a pesar de no haber dormido esa noche los efectos del cansancio no eran tan evidentes, seguramente porque para estar cansado hace falta realizar alguna actividad, sea física o mental, y estar esperando no es que sea un desgaste importante ni para el cuerpo ni para la mente. Aunque a esas alturas del día se iba notando una transición de la verticalidad hacia la horizontalidad, lo que horas antes era gente de pie y paseando para matar el rato se había convertido en un reguero de personas sentadas en los asientos de espera de la sala, y si no en las maletas, en el suelo, e incluso en algunas sillas de bar que habían tomado prestadas de la cercana zona de restaurantes. La judía hacía tiempo que había abandonado la cola, había tenido suerte y había arreglado por teléfono que la compañía aérea le devolviese el dinero del billete, y había comprado otro independientemente para volar al día siguiente. Tras más de 10 horas en la cola y casi 14 en el aeropuerto le tocó el turno al sevillano y a la colombiana, Siento mucho todo lo que habéis tenido que esperar, a ver si podemos encontrar algo para que podáis viajar, pero os advierto que los vuelos transatlánticos están complicados, dijo la empleada de la compañía aérea. Era una mujer rubia de edad cercana a la jubilación, que poseía una mirada maternal y tranquilizadora, además de altas dosis de un ingrediente que si fuera más habitual entre las personas el mundo sería sin duda un lugar mejor: EMPATIA. No era como esos horribles funcionarios capaces de tratar al usuario sin mirarlo a la cara, y sin ser consciente de que detrás de un nombre y un número de documento hay una persona con una vida llena de circunstancias y sentimientos, tanto propios como de familiares y amigos. La empleada se preocupó de verdad por la pareja que tenía ante ella, Una colombiana que ha pasado hace un rato ha tenido que viajar en 3 días y haciendo 4 escalas, para que veáis lo complicado del asunto, mucha gente está optando por no viajar y que le devuelvan el dinero del vuelo. Esas palabras fueron como un frio puñal clavándose en el corazón de la colombiana, No importa, lo que sea con tal de pasar las fiestas en familia, aunque sea unos días más tarde, dijo. Tras más de media hora de mucho tantear posibilidades, finalmente salió una ruta que permitiría volar a la colombiana y al sevillano (no la desvelaremos para no adelantar acontecimientos. Tendréis detalles pronto en vuestro blog favorito), aunque sacrificando la cena de Nochebuena. Aparte del nuevo vuelo, la empática empleada ofreció a la pareja unos tickets de comida para cenar, y un taxi para volver a la casa, algo que estos agradecieron enormemente, porque habían salido hacía casi 18 horas y solo habían comido el desayuno y una ensalada. Tras despedirse de los vecinos de fila, los que habían sido su familia y sus mejores amigos durante el día más largo, fueron a otra ventanilla a pedir el taxi que les llevaría de regreso a su hogar, con una extraña sensación, mezcla de tristeza e impotencia por no haber podido volar, y de alivio por el fin de la espera y por haber al menos conseguido tener una segunda oportunidad para intentarlo de nuevo.



El viaje de regreso fue tranquilo y agradable. Esta vez iban solos con el conductor, y lo pasaron hablando por teléfono con las familias para contarle lo acontecido, comiendo la cena adquirida gracias a los tickets de la compañía aérea, y escribiendo el inicio de este relato. A unos metros de llegar a la casa, sucedió algo que nunca antes les había pasado: un zorro estaba en medio de la carretera, como esperándolos. El taxista frenó y el zorro se apartó tranquilamente a un lado, donde quedó entre los coches aparcados mirándolos fijamente. El conductor comentó que antes no se solían ver estos animales en las ciudades, pero que ahora están empezando a verse con más frecuencia. No se puede vencer a la Naturaleza. Aunque el hombre crea que está por fin domesticando la Tierra, esta se encarga de recordarle lo contrario. Ni siquiera una de las mayores obras de ingeniería humana, los aviones, se libra de sus caprichos, vengan en forma de volcán islandés o de nevada invernal. Precisamente la mágica aparición del zorro fue el recurso utilizado por Gaia para recordar a nuestros protagonistas que el ser humano es solo uno de los muchos habitantes del planeta.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Santa Lucía sobre hielo

Quiubo pues!

El lunes pasado fue Santa Lucia, una de las pocas fiestas con origen religioso que se da por estos lares. Parece ser que es una celebración de origen sueco, pero que se celebra en otros países del norte, incluida obviamente la parte suecoparlante de Finlandia, donde nos encontramos.
Yo ya conocía esta tradición gracias a una intercambio de inglés que tuve en mi juventud, una bella y simpática sueca que andaba un tiempo por Sevilla estudiando. Me contó la existencia de esa celebración, e incluso ella misma había hecho de Lucia en su tierra natal. Para que conozcáis algo mejor de qué va la cosa, ahí va un poco de copia-peguismo wikipediano:

Debido a una fiesta cuyos orígenes se remontan a la edad media, iniciada en los siglo XVIs y XVII en Suecia (y en partes de Finlandia), al comienzo de la temporada de adviento se comenzó a celebrar formalmente en Estocolmo una fiesta, en la que se come y bebe. Hoy en día, en la mañana del 13 de diciembre, los niñas se visten de "Lucia" (llevando un vestido blanco largo y una corona de siete velas en la cabeza) y los niños de "stjärngossar" ("chicos con estrellas", debido al sombrero puntiagudo decorado con estrellas que usan). Las familias hornean pastelitos (llamados "lussekatter", "gatos de Lucía" y decorados a veces con forma de ojos) y se los comen, después de cantar canciones tradicionales. Se presentan los pastelitos también a los maestros de escuela, jueces y políticos de la región para desearles suerte y que sean justos en sus labores. Una chica en particular es elegida como "Reina de Lucía de Suecia" (Sveriges Lucia) y se la corona el 13 de diciembre en Skansen.

Y eso es lo que fuimos a ver el pasado lunes a la Catedral, la especie de procesión de las niñas vestidas de blanco con velitas. En teoría parte de los músicos de la banda de la universidad sueca (servidor de ustedes incluido) se reúnen en las escaleras de la iglesia para tocar mientras la Lucía sale al exterior, pero este año no ha podido ser debido al frío. Y no es que seamos muy perrunos que nos de pereza tocar con rascuni, es que literalmente no se puede tocar porque por debajo de -5 grados o así se congelan los pistones y no funcionan las trompetas. Y peor el trombón, porque la vara se congela en cuestión de segundos. Así que habrá que esperar al año próximo para debutar como músico outdoors. Si hay suerte. Porque el enfriamiento global está llegando!

Adjuntamos unas fotos para que veáis esta maravillosa celebración. Se supone que todo comienza dentro de la iglesia donde la Lucia y las otras mushashas cantan canciones sobre el tema, pero eso no pudimos verlo porque llegamos tarde y nos quedamos en la parte de fuera. Tras en canturreo, las shikillas vestidas de blanco recorren el pasillo central hasta el exterior. Ahi le cambian a la Lucia las velas de verdad por unas eléctricas, seguramente para evitar que se le prenda fuego el pelo, o que incendie el árbol de Navidad mas grande de Finlandia o algo. Y luego salen al exterior (si la temperatura no es baja la acompañan bellos acordes de trompetas y trombones) y las recoge un coche de caballos para llevarlas hasta nosedonde, pero lejos de la muchedumbre.







Bueno, pero el frío tiene sus ventajas, como por ejemplo que se pueden enfriar las cervezas sacándolas al balcón, que no hay moscas, que se pueden sacar del armario complementos super-fashion (guantes, gorros, bufandas...), que no de descongelan los congelados al volver del supermercado, y principalmente que se pueden practicar deportes imposibles en otras latitudes como esquiar o patinar sobre hielo. Ya hubo otras entradas sobre eso, pero este ha sido el debut de la Negris sobre hielo. Disfruten del vídeo editado especialmente para la ocasión, que muestra como se ve una nevada de las buenas desde nuestra casa, y a continuación un poco del patinaje.

lunes, 6 de diciembre de 2010

La Fiesta Nacional

Moro!

Fiesta Nacional? Moro? Madre mía, empezamos con dos palabras clave capaces de desatar un crudo debate en cualquier taberna española. Como si no estuviese la cosa suficientemente calentita con los controladores aéreos y el estado de alarma, con las wikileaks mostrando que somos una provincia gringa y que ZP no manda ni en su casa... si hasta en lo único intocable que nos quedaba hay tangana: la liga española está revuelta por lo de los dineros de las televisiones.
Pero tranquilos que todo tiene su explicación. Moro es un saludo que se usa en finés, equivalente al moi, hei, moikka, heippa... Nada que ver con nuestros simpáticos amigos al Sur del estrecho. Y que se relajen los anti-taurinos que lo de la fiesta nacional no tiene nada que ver con el arte de la tauromaquia. Es que precisamente hoy es la fiesta nacional en Finlandia: el día de la independencia. Para saber más, aquí esta este enlace de la wikipedia en inglés, y aquí la misma información en español.

La grandeza máxima del evento reside en que para celebrar la independentzia la presidenta organiza una cena/baile en el palacio presidencial (suponemos) y lo retransmiten en directo por varios canales. De hecho ahora mismo estamos cenando y viendolo por el canal YLE. Bueno, y yo como un freak ando con el ordenador escribiendo en el blog mientras tanto, y buscando en google quién es la gente que va saliendo. Es supercurioso que den en directo como la presidenta saluda a la gente, y al final de la fila llegan los ex-presidentes de buen rollo, y luego todos pasan al salon donde esta preparado el buffet y en la tele van entrevistando a gente mientras ponen primeros planos de los canapés y de personas comiendo. Y luego hay un baile de esos al estilo antiguo con vals y todo, donde primero salen a la pista los actuales presidentes y luego va saliendo a bailar progresivamente todo el mundo. Mola ver como hay con toda naturalidad parejas del mismo sexo bailando juntas. Y es que en Finlandia SI hay igualdad, sin necesidad de tener un ministerio para eso. Hasta acaban de entrevistar a una cura: una señora vestida con hábito de fiesta (??) y una cruz colgando, o sea que debe ser una sacerdotisa luterana o algo parecido.

En el acto parece que hay multitud de famosos, tanto entre los invitados como entre los grupos que van interpretando músicas diferentes. El tema ha ido evolucionando de vals a swing-jazz, soul-funk, y ahora ya esta la cosa rockera. Como aparezcan los LORDI pido la nacionalidad finlandesa YA!
Es una pena no entender del todo el finés y/o el sueco para saber bien lo que pasa. Como ante tanto frikismo nos hemos quedado sin palabras, mejor ponemos un video de la itsenäisyyspäivän vastaanotto del año pasado para que veáis las pintazas de la peña. Y eso es solo la entrada! Imaginad el baile y el resto del evento... Awesome!



Parece que podéis ver algunos videos de la edición 2010 aquí. Si no, youtube y vuestra imaginación harán el resto.

Ya estáis más relajados tras el susto inicial? Pues después de esta exótica introducción, y aprovechando que es el día nacional Suomi, queremos presentaros los que son dos de los deportes preferidos de los fineses, el floorball (o unihockey) y el hockey sobre hielo.


Floorball o unihockey

Para ahorrar calorías tecleando, lo mejor que se ha inventado es poner el sempiterno enlace de la wikipedia. Este deporte es una especie de hockey indoor, que se juega en una pista similar a las de futbito. De hecho ahora en invierno suelo jugar al futbol-sala los domingos por la tarde (la mayó de mi afisiooone), y como no existen pistas especificas pues jugamos en una cancha de floorball, usando las mismas porterías chicas. Muy bien todo, pero yo cuando chuto casi siempre doy en el poste. Habrá que ir afinando la puntería.

Aunque está en la lista de cosas que hacer antes de irse de Finlandia, nunca hemos practicado este noble deporte, pero lo hemos visto en la tele. Es bastante entretenido, o al menos mas que los otros que suelen echar en estas televisiones nórdicas: esquí, saltos de esquí, esquí de fondo, biathlon (que es hacer esquí y disparar con escopeta)... y curling!
Por el Norte el floorball tiene una cobertura bastante buena, y especialmente ahora que se está celebrando el campeonato mundial, y es aquí in Finland. De momento los finlandeses vamos lideres del grupo A con 2 victorias en 2 partidos. Podeis ir siguiendo a nuestra selección favorita en el link anterior, o haciéndoos fanes en facebook. Es una pena que no se jueguen partidos en Turku para ir a ver alguno en vivo. Next time.


Hockey sobre hielo

Este deporte es más conocido gracias a las películas de Disney de Somos los mejores, y en mi caso por haber jugado en mi juventud a juegos de la NHL en la SuperNintendo. Porque somos previos a la PlayStation. Unos vintage que tuvimos SEGA Master System y la conservamos. Pero eso es otro tema.

Antes de seguir, solamente queremos hacer una aclaración: la liga finlandesa es civilizada y no es tan bestia como la americana. En los partidos se dan sus ot-tias y eso, pero sin maldad, y sin recrearse en la violencia para ganar audiencia como hacen en los USA. De hecho en la liga americana los árbitros tienen prohibido intervenir en las peleas, obviamente para favorecer el espectáculo. Pero en los partidos de hockey hielo en países del primer mundo los árbitros se meten por medio en cuanto hay atisbo de tangana.

Volviendo al partido, es altamente recomendable ir a ver alguno en vivo. Es un juego altamente dinámico y divertido de ver. Son 3 partes de 20 minutos con descansos de 15 minutos en medio donde da tiempo de ir tomar un refrigerio o lo que sea. El estadio esta equipado con bares, tiendas de perritos calientes, palomitas, pizzas... Lo unico es que el alcohol no se puede llevar a las gradas, o sea que si te pides una birra o te la bebes en 10 minutos o te pierdes parte del partido. Difícil elección.

El estadio de Turku está a menos de media hora en bus. Alli juega el equipo de division de honor de la ciudad, el TPS. Hay que decir que en futbol somos del FC Inter Turku, pero como no tiene equipo de hockey no nos queda mas remedio que ir a ver al TPS. Y en el primer partido que vimos le ganaron al Karpat, cuando iban los últimos en la clasificación esta temporada (ahora son penultimos, ese partido fue hace un mes). Es el karma que quiere decirnos algo?


El estadio no es muy grande, y como el TPS no va muy bien este año no había demasiada gente. Es extraño que este mismo equipo ganara la liga el año pasado. Ahí reside la grandeza de este deporte, donde no siempre ganan los mismos.

Antes del partido los jugadores calientan y eso ya es un espectáculo. Los que somos patinadores low-level no podemos mas que admirar como patina esta gente, hasta los árbitros.
Tras el calentamiento hay un mini-show donde se apagan las luces y van apareciendo los jugadores cuando dicen su nombre. Muy bello todo, especialmente cuando salen las animadoras.




El partido fue bastante entretenido, con varios goles y varias tanganas. Lo disfrutamos en compañía de algunos compis del trabajo, incluidos una pareja de españoles alacranes (de Alicante). Algunos nos habéis preguntado en persona que si se ve bien el disco en vivo, y la verdad es que sí, a pesar de la velocidad y de lo poco que se para es fácil seguir el juego.

Por cierto, descubrimos el origen de todas las peleas: cuando el disco se queda dividido y el portero se tira al suelo y lo agarra con las manos, a la primera que se aproxima uno de los rivales los del equipo del portero lo ponen fino a ot-tias para que no se acerque. Y es que no debe ser agradable que estés en el suelo y te patine uno por encima de los brazos o dedos.
Si algún día juego al hockey hielo sera de portero: se mueve poco (nada de correr), va protegido hasta arriba (webbers included), eres el único que te puedes tirar al suelo y coger el disco con las manos, y encima si se te acercan los rivales tus compis de equipo les dan de ot-tias. Así sí!





Se nos pasaron volando las casi dos horas que duró la cosa. Al final ganó el equipo de Turku 4-1, tras una larga sequía de triunfos. Como es tradicional en los deportes de equipo, al finalizar el partido los jugadores forman una fila y se dan la mano todos, y a casa contentos.





Hasta la próxima!